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Archive for noviembre 12th, 2009

Cambios en dos aminoácidos de una proteína implicada en el lenguaje humano pueden ser la clave del mecanismo biológico que ayuda al hombre -a diferencia de los primates- a hablar, señala la revista científica Nature.

Esta investigación, a cargo de Dan Geschwind y sus colegas de la Universidad de California (EEUU), ayuda a entender cómo pequeños cambios en una proteína asociada al lenguaje pueden tener una influencia en el desarrollo del habla entre los seres humanos.

Según el estudio, es poco lo que se conoce sobre el proceso de evolución y desarrollo del lenguaje en el cerebro del hombre.

Hasta ahora, el FOXP2 es el único gen implicado en el habla de los humanos, pero las mutaciones en este gen están asociadas con trastornos en el desarrollo del habla y el lenguaje.

La versión de ese gen entre los chimpancés no contiene dos cambios particulares de los aminoácidos hallados en la variante humana, según Geschwind, profesor invitado del King’s College de Londres.

El análisis de Geschwind muestra que las diferencias de los aminoácidos entre las variantes de los humanos y de los primates alteran la función de la proteína del FOXP2.

 Los científicos creen que estos cambios llevan a que la proteína del FOXP2 de los humanos active una red distinta de genes.

Estos cambios, argumentan estos expertos, pueden llevar al desarrollo de un circuito único del lenguaje en los humanos, en comparación con los chimpancés, y puede ser el secreto de nuestra capacidad para hablar.

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Nuestra galaxia se precipita vertiginosamente hacia un descomunal conglomerado cósmico de materia conocido también por los astrónomos como El Muro.

galaxiasEn el universo nada está en reposo. Todo evoluciona y se mueve. La Luna gira en torno a nosotros, la Tierra orbita alrededor del Sol y éste alrededor del centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia. El equilibrio que permite que existamos es fruto de la lucha entre dos tendencias que se contrarrestan: la gravedad, que atrae a la materia entre sí y deforma el espacio-tiempo, y la expansión del universo, que hace que todo se aleje de todo. 

La Vía Láctea también se mueve y no vamos solos. El llamado Grupo Local -formado por nuestra galaxia, Andrómeda y otras treinta más pequeñas- viaja por el universo a una velocidad de unos 600 kilómetros por segundo, en dirección al cúmulo de Virgo. Esta velocidad representaba un interesante problema para los científicos. Teniendo en cuenta la masa de Virgo y la atracción gravitatoria que, según dicha masa, debería ejercer sobre nosotros, la velocidad de desplazamiento del Grupo Local no terminaba de cuadrar. Es decir, nos desplazábamos más rápido de lo que se esperaba. Y qué es lo que atrae vertiginosamente al Grupo Local y, por ende, a nuestra Vía Láctea? Indudablemente, el cúmulo de Virgo, con más de 2.000 galaxias, ejerce un gran tirón gravitatorio sobre nosotros, pero no es el único foco de atracción. En 1986 un grupo de astrónomos propuso una teoría al respecto que formulaba la existencia de una descomunal concentración de materia, una inmensa pared que tiraría de multitud de galaxias, incluida la nuestra. Durante una rueda de prensa celebrada en 1987 en la Sociedad Americana de Física, Alan Dressler, uno de los siete científicos que descubrió esta superestructura -conocidos como los siete samuráis-, se refirió a ella como el «Gran Atractor», mientras gesticulaba ante numerosos periodistas intentando encontrar palabras que describiesen este descomunal conglomerado cósmico de materia. Si queréis más información, aquí os dejo el link.

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